LA BALSA DE “LA MEDUSA”
(reelaborado de art en línia y wikipedia )
La
Balsa de la Medusa (en francés:
Le Radeau de la Méduse) es una pintura al
óleo hecha por el pintor y litógrafo
francés del Romanticismo, Théodore Géricault entre 1818 y 1819. La pintura se
terminó cuando el artista tenía únicamente 27 años, el trabajo se convirtió en
un icono del Romanticismo francés. Es una pintura de formato grande (491 cm ×
716 cm)
Su obra más
famosa es La balsa de la Medusa, tema sacado de un acontecimiento
próximo que había polarizado a la opinión pública.
Se trata de la pérdida de la
fragata Medusa, enviada al Senegal por el gobierno francés el 1816 bajo el
mando del conde de Chaumareix, oficial de la armada, inactivo durante 25 años,
y a cuya incompetencia se atribuía el desastre. Al producirse el naufragio, el
capitán y los oficiales hicieron uso de las barcas salvavidas y abandonaron a
su suerte a la marinería, a la que consideraban socialmente inferior; un grupo
de 149 personas improvisó una balsa y recuperó de las aguas algunos barriles de
vino, y se vieron obligados para subsistir a prácticas de canibalismo (el hacha
ensangrentada -en la parte inferior derecha de la balsa- es la única referencia
al canibalismo descrito por los supervivientes). Sólo 15 individuos
sobrevivieron cuando la balsa fue encontrada por la fragata Argus, semanas
después. Otros cinco murieron al tocar tierra. Es, pues, un cuadro de historia
contemporánea construido sobre un hecho real que había estremecido a la opinión
pública; el pintor se convierte, pues, en intérprete del sentimiento popular.
"Ni la poesía ni la pintura podrán jamás hacer justicia al horror y la
angustia de los hombres de la balsa" afirmaba Géricault.
La paleta es
muy reducida, va del beis
al negro pasando por los tonos pardos
claros y oscuros. Consigue, de este modo, una atmósfera de tonos cálidos con
colores armonizados que produce una impresión dramática de angustia y
desamparo. El color dominante es el beis oscuro y apagado. Sin embargo, existe
un elemento que se destaca del resto por su color: se trata de la estola rojiza
que lleva el anciano que sujeta un cadáver con la mano, en la parte izquierda
inferior del cuadro.
El romanticismo se caracteriza por una
pincelada suelta y unos contornos imprecisos, como es el caso de este lienzo.
En cuanto a la forma y ejecución de las
figuras, buscando mayor autenticidad, visitó hospitales para trazar minuciosos
estudios de enfermos y moribundos, y se llevó a su estudio diversos miembros
humanos procedentes del depósito de cadáveres. Pero su realidad es más poética
que fotográfica: aunque mandó instalar en su estudio una reproducción de la
balsa a tamaño natural y figuras de cera para moverlas a su antojo, sus
náufragos no son los macilentos desdichados que lograron sobrevivir, sino los
vigorosos desnudos de Miguel Angel, a quien estudió en Italia (1816-1818).
Parte de la
energía de esta obra nace del movimiento de las figuras: los brazos en escorzo
señalando la dirección del Argus, la emoción reflejada en los rostros y gestos
de los supervivientes, las manos juntas del hombre con los cabellos peinados
por el viento... Pero también de las fuerzas de la naturaleza: la vela remeda
la forma de la gran ola del fondo, y con ello la agiganta y la resalta (la vela
hinchada y la violencia del mar recalcan el poder destructor de la naturaleza),
los cúmulos de la izquierda repiten las formas de las tumultuosos olas que se
encrespan debajo.
Organiza la composición formando dos
pirámides. La primera la dibujan los vientos que sostiene la vela. La segunda
está formada por las figuras inferiores de los muertos, que serían su base, y
se alzaría, pasando por los enfermos y moribundos, hasta la figura de la
cúspide, que cobra nuevas energías ante la perspectiva del rescate. El Argus,
gemelo de la Medusa, es sólo un punto minúsculo en el horizonte y hay que
forzar la vista para divisarlo, como les ocurre a los náufragos; su tamaño
diminuto intensifica el dramatismo del momento, ya que entra en lo posible que
el buque se aleje como ya había ocurrido una vez.
En el segundo decenio del siglo XIX empieza
la crisis del Neoclasicismo, arte oficial del Imperio. Géricault se separa
bruscamente del clasicismo de David, pero no es el único; también Ingres se
aleja de él, aunque en dirección opuesta. Ingres se identifica con Rafael o
Poussin y camina por la vía del idealismo clásico-cristiano abierta por Canova;
Géricault se identifica con Miguel Angel y Caravaggio, vive intensamente la
desesperada experiencia de Goya, abre audazmente la vena del realismo que, a
través de Daumier y Courbet llegará, con Manet, a las puertas del
impresionismo.
Los temas de Géricault son caballos,
corriendo o en batallas, soldados y combates, máscaras lunáticas de locos,
cabezas de guillotinados. El motivo dominante de su poética es la energía, la
fuerza interior, la furia que no se concreta en ninguna acción definitiva e
histórica (recordemos que al mismo tiempo y el mismo motivo domina la poética
de Balzac). Sus motivos colaterales son la locura, como última dispersión de la
energía más allá de la razón, y la muerte, como brusca ruptura de la corriente
energética. Al disponer de ingresos propios, Géricault fue un nuevo tipo de
artista. No precisaba encargos y se sentía libre de elegir los temas que más le
interesaban.
Al seleccionar
esa tragedia como el tema de su primer trabajo importante —una descripción (la
cual no le fue encargada) de un evento reciente en esa época— Géricault
conscientemente seleccionó un incidente muy conocido que pudiera generar un
gran interés público y al mismo tiempo que pudiera ayudarlo a comenzar su
carrera.
El evento en sí fascinó al artista, y antes de comenzar a trabajar en la
pintura final, emprendió una investigación intensa y produjo muchos bocetos
preparativos. Entrevistó a dos de los supervivientes, y construyó un modelo
detallado a escala de la balsa. Su empeño le llevó a ir a morgues y hospitales
donde pudiera ver de primera mano el color y la textura de la carne de las
personas agonizantes y de las que estaban muertas. Como el artista había
anticipado, la pintura probó ser altamente polémica en su primera exhibición en
el Salón de París de 1819, atrayendo elogios
apasionados y condenas por igual.
Una versión "moderna" encontrada en la red
.
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