.
EL JURAMENTO DE LOS HORACIOS
(reelaborado de algargosarte y de art en línia)
El juramento de los Horacios, de Jacques-Louis David. 1784.
Es un óleo sobre lienzo (3,30 x
4,25), que actualmente está expuesto en el
Museo del Louvre. París. Obra de temática historicista, prefigura lo que
va a ser en pocos años el Neoclasicismo francés.
Describe un pasaje de
la antigua República romana narrado por Tito
Livio en Ab urbe condita. Los tres hermanos Horacios se
conjuran ante su padre para luchar por Roma hasta la muerte, si fuera
necesario, en su duelo que tendrá contra los tres hermanos Curiaceos de Alba
Longa, obtener de esta manera la supremacía romana sobre los Albanos (Tito
Livio, libro I, cap. 26).
La actitud marcial y arrogante de los
personajes masculinos contrasta con el recogimiento y abatimiento del grupo de
mujeres y niños, que premonizan lo que va a suceder. Esta oposición acentúa el
dramatismo que ya de por sí tiene el acto del juramento.
David prescinde de la técnica vaporosa y esfumada que tanto
complacía a la pintura rococó, muy en boga en su época. La pincelada es pulida,
evitando que se note. Las figuras se delimitan con el dibujo. Tanto hombres
como mujeres se asemejan a estatuas o mejor, dado el carácter triangular de la
composición, a relieves de frontones. Con los dibujos que acompañan estas
líneas, que le sirvieron de bocetos, se puede comprender la técnica del pintor.
El cromatismo se subordina al dibujo. Los colores tampoco importan
especialmente, salvo tal vez el rojo de la túnica del padre, que se convierte
en un símbolo de la sangre a derramar en un futuro próximo.
Todas las figuras están trabajadas siguiendo la idea de crear
una composición basada en el realismo idealizado. La musculatura de los
hermanos y del padre, las perfectas formas femeninas de las adustas matronas
romanas, todo el ambiente refleja esa necesidad de crear figuras perfectas
dentro de una composición perfecta. No hay espacio para el naturalismo, para la
fealdad o para la realidad pues no
aportaría nada al tema y a la intención del cuadro.
El
grupo de hombres está trabajado en base a una anatomía que permite captar los
contornos y posturas firmes y angulosas que parecen confundirse con la rigidez
metálica de la jabalina y las espadas listas para el combate. Este grupo se
presenta con una disciplina militar de pensamiento, alma y cuerpo, que no es
ajena a una interpretación política del tema.
El grupo de las mujeres está definido por suaves contornos y siguiendo una línea ondulada que quiere expresar un sentimiento luctuoso y una imagen del dolor.
El grupo de las mujeres está definido por suaves contornos y siguiendo una línea ondulada que quiere expresar un sentimiento luctuoso y una imagen del dolor.
En
el centro de la composición, la figura del padre, la única figura que se nos
presenta aislada. Es la figura del padre y del ciudadano, la antítesis entre el
sentimiento y el deber. La composición racional (los protagonistas están
concentrados en una línea única, rígida), la anatomía meticulosamente
estudiada, los colores sobrios (hay una renuncia a los efectos pictóricos en
pro de un arte puramente lineal), la exactitud de los detalles y la limitación
a lo más necesario, la objetividad en la representación y la exaltación del
heroísmo romano, son elementos característicos de la ideología en imágenes de
la burguesía ascendente del final del Antiguo régimen.
La luz juega un papel básico en el cuadro. El foco de luz
proyectada desde un lateral remarca a las figuras de los hermanos en el
juramento pero también baña con fuerza a las desesperadas mujeres. Permite
también forzar la perspectiva y el espacio ilusorio con las fuertes sombras que
crean los personajes. Refuerza la luminosidad de los colores, muy simbólicos
con el blanco de la pureza de los hermanos y el rojo de la pasión y la fuerza
del padre. Así mismo, hay que destacar los claroscuros del fondo, alejados del
tenebrismo, pero que refuerzan la definición y los contornos de las figuras
centrales.
El cuadro presenta una construcción del espacio basada en
coordenadas en vez de diagonales, fórmula que después de David será la más
utilizada en toda la pintura neoclásica. La arquitectura que enmarca el tema
establece una novedad: desaparece la naturaleza como telón de fondo de la
Historia, estableciendo unas nuevas coordenadas escénicas más reales y
creíbles. Esta arquitectura participa también de la "época heroica":
pesadas columnas dóricas desprovistas de base sitúan la escena en una clara
referencia clásico-romana. Y es en este contexto donde tenemos que ver
personificado al estado por el cual los guerreros van a luchar y que queda
simbólicamente presente en una arquitectura republicana. De esta forma, los
conceptos "patria" y "casa" formarían una unidad y una
clara referencia a Roma.
El estudio de las diagonales (reforzadas por las líneas del
enlosado del suelo) del cuadro lleva al centro de interés que David quiere
destacar: las espadas en alto. La composición se adapta a una ley fundamental
de la percepción visual: la ley de la balanza, según la cual las masas se
equilibran de tal forma que la izquierda (que recibe un mayor impacto visual
por el hecho de estar situada en el inicio de la lectura) requiere más masa,
más volumen, que no la de la derecha, que es la continuación de nuestra lectura
y el punto de salida del tema. Además, se ajusta a la "sección
áurea": abatiendo la diagonal del cuadrado tenemos un rectángulo que se
acerca a las dimensiones de la pintura. El tema principal, el Juramento, está
colocado dentro de un rectángulo visual situado aproximadamente a dos tercios
de la altura de la base del cuadro.
El cuadro fue pintado para el Ministerio de Bellas Artes. La
Corte de Luís XIV hacía concesiones al nuevo espíritu de la burguesía y asumía
el aspecto de un absolutismo ilustrado: por ello la administración real
encargaba trabajos -preferentemente con una tendencia moralizante y temas
derivados de la historia antigua- a través del dicho ministerio. No obstante,
en este cuadro, la exaltación del patriotismo y de la virtud cívica en toda su
austeridad, la economía puritana de su composición, iba radicalmente dirigida
contra sus patrocinadores. Su éxito desbordante estaba determinado por el
fuerte sentimiento de oposición contra la desmoralizada Corte y su corrupto gobierno.
Este cuadro es, pues, la expresión más característica y aguda de la visión de
la burguesía en vísperas de la revolución. Es rígido, simple, sobrio, objetivo,
en una palabra, puritanamente racional. Grupos simples y líneas rectas
organizan toda la composición, haciéndola clara y vistosa. Este es el método de
composición conocido generalmente como clasicista.
David no pretendía tratar simplemente el hecho histórico sino
transmitir un mensaje patriótico. Era una obra moralizante en la que quería
exaltar el deber que tenían los ciudadanos de sacrificarse por su país. Aunque
el lienzo no pretendía apoyar la conspiración contra la autoridad del Estado
-como demuestra el hecho de que fuera el propio rey Luis XVI quien
encargó el cuadro-, en la atmósfera tensa de los años anteriores a la
Revolución su contenido fue interpretado en este sentido.
Y este sentimiento precisamente es el que quiere destacar
David en su obra, la exaltación de los deberes patrióticos que exigen el
sacrificio de sus ciudadanos, así como la obligación de anteponer el deber
público al privado. Una valoración moral relacionada con hechos de la tradición
histórica clásica (aunque en este caso tenga un carácter legendario), en una
tendencia que será habitual en la pintura neoclásica, y que en esta ocasión
tiene además un componente ideológico relacionado con el contexto histórico del
momento: el del apoyo de esos mismos valores patrios a la defensa de la
Revolución francesa, de la que David fue uno de sus más ardorosos defensores.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario