sábado, 21 de enero de 2012

La Cartuja de Miraflores, la Sixtina de la escultura gótica castellana

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Es difícil imaginarse que, tras las pareces de ese edificio tan simple de obra gótica, esté uno de los conjuntos escultóricos más sorprendentes del tardogótico castellano, el estilo isabelino.

Juan II de Castilla y la reina Isabel financian a las afueras de Burgos la reconstrucción de la cartuja de Santa María. Reunen allí a lo que podríamos considerar el grupo más impresionante de artistas que trabajan en ese momento en la península: Juan y Simón de Colonia para la construcción, Gil de Siloé para la talla del retablo central y los sepulcros reales, Diego de la Cruz para el estofado y el policromado y una pintura de Pedro Berruguete. Ahí es nada. Es más que probable que la reina quisiera honrar la memoria de su padre a la vez que despreciar el recuerdo de su hermano Enrique creando un conjunto funerario inigualable hasta entonces. Más de 1.500.000 de maravedies -una fortuna, os lo aseguro- costó el empeño personal de la Reina.  A mi modesto entender, la talla y el entorno arquitectónico de la Capilla Real de Granada, sepulcro de los Reyes Católicos, es tan impresionante, si no más, que esta que tratamos.

Contemplando el retablo podemos entender algunas de las principales características del estilo arquitectónico-escultórico del estilo Isabelino.

Horror vacui sí pero siguiendo unos esquemas compositivos muy precisos, basados en un diseño geométrico. El retablo está dividido en dos rectángulos que siguen casi fielmente el número aureo. En el rectángulo superior hay un gran círculo, una rueda de ángeles que es tangente a los dos lados del rectágulo. Dentro, una crucifixión que es, en realidad, un triángulo inscrito: los brazos y el cuerpo de Cristo dividen la superficie en tres secciones iguales. Enmarcando al crucificado, cuatro círculos que representan escenas de la pasión y fuera del mismo, cuatro circulos tangentescon los evangelistas.



La profusión de decoración es otro rasgo del estilo. Uno se fija y en cada rincón, en cada transición entre una escena y otra, en cada espacio aparece una figura, un elemento decorativo vegetal o geométrico que hicieron, junto con su coste y tamaño, uno de los ejemplos más depurados del gusto decorativo de la época. Pináculos, doseletes, círculos vegetales, putis, emparrados, tracería gótica y, sobre todo, ese color azul turquesa perfectopara dar un toque diferente al estofado aureo.


La constante presencia de la Monarquía, mecenas e inspiradora de este estilo es patente en la obra como en casi todas las obras del estilo isabelino: destaca en la base del conjunto las figuras de Juan II y de la reina Isabel de Portugal y los árbloes genealógicos de ambos rellenando con delicadez la base del conjunto.

La presencia del realismo pero la ausencia de un total naturalismo sacrificado tanto por la intensidad de los conjuntos escultóricos y relieves como por las necesidades del espacio arquitectónico. Son figuras realistas, proporcionadas, pero les falta ese toque renacentista que en pocos años van a tener las esculturas de Berruguete o de Juan de Juni. Casi más parecen cercanas al Gótico Internacional, al gusto del norte de Europa y no tanto a las formas heredadas de Sluter y el estilo navarro-borgoñón. La factura general es magnífica pero en acabado de cada escultura tiene un punto tardomedieval que las aleja del realismo naturalista de las obras de años posteriores.


Un profundo simbolismo y detallismo a lo largo de todas las escenas. Caso a destacar el del pelícano que representa la muerte como redención pues el pelícano se pica y muere al dar su sangre a sus crias o la rueda de ángeles que representa la ostia sagrada que se hacen uno con el Salvador.

Un magnifico y mucho más detallado estudio lo podéis encontrar en Algargos, Arte e Historia, de Alfredo García o ya para entendidos en los cuadernos de restauración de Iberdrola.




El sepulcro de Juan II de Castilla y de su segunda esposa está realizado en alabastro. Tiene planta octogonal en forma de estrella de ocho puntas. Los vértices de la estrella de ocho puntas que da forma al sepulcro están adornados con figuras alegóricas, imágenes de santos, apóstoles y, en las esquinas mayores del sepulcro aparecen las imágenes sedentes de los cuatro evangelistas. Completan la abundante decoración del sepulcro, tanto en torno al lecho mortuorio como en el soporte de la estrella, una serie de escudos reales, figuras de animales, decoraciones vegetales y motivos arquitectónicos. El zócalo que separa el sepulcro del suelo está decorado con figuras de animales y motivos vegetales.

Me gustaría comantar algo sobre ambas figuras de los reyes. 
La estatua yacente representa al rey Juan II de Castilla con su cabeza coronada descansando sobre dos almohadones, y vuelta ligeramente hacia el exterior. El rey está cubierto con un rico manto y adornado con numerosas joyas. La estatua yacente representa a la reina Isabel de Portugal con su cabeza coronada descansando sobre dos almohadones, y vuelta ligeramente hacia el exterior. La estatua yacente muestra a la reina más recostada que su esposo, y apoyando ligeramente el peso de su cuerpo sobre su brazo izquierdo. La reina viste ropa larga hasta los pies con sobretúnica, y el manto con el que se cubre está adornado con aljófares y pedrerías. 

Ambas muestran la calidad escultórica de Gil de Siloé. Siloé conoce el gusto por la factura borgoñona que se ha impuesto en castilla desde inicios del siglo. Las figuras son tremendamente realistas y naturalistas. Son magníficos retratos de ambos monarcas con sus defectos y rasgos personales. En cambio, el tratamiento de los cuerpos, oculto por los ropajes, está más idealizado. Sus pliegues son poderosos, casi acartonados, algo irreales por su fuerte carácter escultórico, sobre todo, en el caso del Rey. Igualmente, nada hay en la factura de todo el sepulcro que desmerezca la factura de los monarcas: todo está reproducido y tallado con un esmero y una delicadera propia del orfebre más que del escultor.




Un reportaje fotográfico magnifico lo podeís encontrar en La muerte os sienta tan bien.



La restauración del conjunto en los años 2006 y 2007 permite ver esta maravilla con todo el esplendor del siglo XV.


Sepulcro del Infante Alfonso, hermano de Isabel de Castilla

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2 comentarios:

PACO HIDALGO dijo...

Gran análisis, Javier. Lo utilizaré esta semana para ver la escultura gótica española. Saludos.

Javier Ridruejo dijo...

Gracias Paco por tus cariñosas palabras...Tenemos que espabilar que nos come el curso...

How do you say in English...?

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