ARTE PALEOLÍTICO EN ESTADO PURO: CUEVAS DE CANTABRIA
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Aun en Cantabria, agotando los ultimos días de buen tiempo y de tareas familiares, hemos tenido la oportunidad de ver algo que no es arquitectura. Bueno, en parte sí pero lo más destacado de ellas, no es su entorno -fabuloso- sino sus pinturas y el soporte que las sostiene: son el conjunto de cuevas con pinturas rupestres de Cantabria, declaradas no hace mucho Patrimonio de la Humanidad.
Ampliando el reconocimiento obtenido por Altamira en 1985, la Unesco decidió catalogar como Patrimonio de la Humanidad 17 cavidades; nueve de ellas cántabras: Chufín, Hornos de la Peña, Monte Castillo (que incluye las cavidades de Las Monedas, El Castillo, Las Chimeneas y La Pasiega), el Pendo, La Garma y Covalanas. También fueron reconocidas en territorio vasco las cuevas de Santimamiñe (Kortezubi), Ekain (Zestoa) y Altxerri (Aia); y las asturianas de Tito Bustillo, La Peña de Candamo, La Covaciella, Llanín y el Pindal.
Dejadme que de este conjunto destaque las cuevas de Monte Castillo, cerca de la localidad de Puente Viesgo. Las Monedas y El Castillo me impresionaron hondamente cuando las he visitado. No sólo por la espectacularidad de sus formaciones karsticas y rocosas sino por la claridad y vistosidad de sus representaciones pictóricas.
Claro esta que nada puede igualar el espectáculo de ver Altamira. No he sido uno de los afortunados que hoy, de forma absolutamente restringida, pueden visitar la cueva original. Sin embargo, la neocueva representa con absoluta perfección y el realismo tanto de formas -la topografía es milimétrica- como de dibujos -realizados con técnicas semejantes a las paleolíticas- al original situado a unos metros de esta.
Visitar la neocueva es una experiencia pero hay un punto de irrealidad: quizás sea la brillante iluminación, quizás la ausencia de las condiciones ambientales propias de una cueva, lejos de la temperatura y la humedad que las caracteriza, quizás la elevación del techo lejos de la angostura real o posiblemente el tener que aguantar a niños, abuelos, familias que contemplan impasibles y, acaso, aburridos esa maravilla de arte humano.
En todo caso, no dejéis de ver la exposición permanente sobre el medio natural, ambiental y la sociedad de los Homo sapiens paleolíticos. Ex-cep-cio-nal. Magnífica. Una explicación magistral tan realista que ningún libro podría igualarla. Sólo por ella merecería la pena acercarse a Santillana del Mar.
Por eso, me decanto por hablar de Las Monedas y El Castillo.
Las Monedas fue descubierta en 1952. Cuenta con una amplia variedad de animales, como renos, caballos o bisontes y un oso incompleto. La cueva El Castillo fue descubierta en 1903. Se han hallado restos de hace 100.000 años y son el primer vestigio de ocupación humana hallado en Cantabria. Aparecen signos abstractos, manos y animales al estilo de las de Altamira.(Diario Montañés, julio 2008).
Fotos. Parte superior Cueva El Castillo. Parte inferior. Cueva Las Monedas.
Conserva El Castillo el mejor registro estratigráfico de toda Cantabria, desde el Paleolítico Inferior hasta la Edad Media. Su entrada es espectacular por lo enorme de la oquedad y por las transformaciones que ha sufrido.
Como de costumbre, es en lo más profundo de la cueva, en galerías que el agua recorría y aun formaba, y entre paredes como formas kársticas sorprendentes, es ahí donde el ser humano dejó sus representaciones. Si nunca habéis visto en la realidad pinturas paleolíticas no podéis sentir la fuerza que manifiestan, allí en la roca. Chamanes -pintores, colocados con plantas curativas, con el genio del artista que representa la realidad y la magia, pintando en sitios inverosímiles punteados, manos, vulvas, símbolos o animales...Es el genio del hombre que controla la naturaleza pero que la teme, algo que hoy hemos olvidado o incluso peor, defendemos y mantenemos filosofías y modos económicos enfrentados a ese pensamiento original.
He estado, no hace mucho, en la National Gallery. He visto a Piero della Francesca, Rafael, El Greco, Veronés, Tiepolo o Turner. Pero están ahí, en una pared alejadas de su situación original. Viendo el Castillo he sentido lo mismo que viendo la Capilla Scrovegni, la capilla Brancaci, las Estancias Vaticanas o, más cerca de mi, la Sacristía del Monasterio de Guadalupe. Hay fuerza. Hay sentido.
Hay una que se sale de la pauta: es la Cueva de El Soplao. Antigua explotación minera de calamina (carbonato de zinc), iniciada en el siglo pasado y que se extendió hasta los años 70. Es sorprendente el conjunto de céntricas -estalactitas, estalagmitas y columnas- y de excéntricas que pueblan sus muros y, sobre todo, sus techos. ¡Qué poderío natural desafiando las leyes de la física y de la química!. Hay algunas como la Lámpara o el conjunto de la sala de la Opera que se salen de lo común. ¡Y qué no veríamos en sus 15 kms de cueva de los que sólo podemos ver uno !!.
La lástima es la atracción de feria en que se ha convertido; eso sí, milimetrada y perfectamente automatizada pues se suceden los grupos con germánico compás. ¿Cómo afectará estos a las formaciones karsticas?. No se tiene claro, algunos incluso le culpan de la proliferación de hongos y líquenes que atacan y ennegrecen estas formaciones. No tengo capacidad para juzgar.
Lo que sí puedo decir es que el edificio que alberga los servicios de la cueva es de una innegable belleza arquitectónica y ofrece algunas soluciones muy curiosas como las paredes de malla de acero corrugados sosteniendo piedra caliza o el gran voladizo de cubre la cafetería y los ventales de iluminación del complejo. Creo que se trata de una obra de los arquitectos arquitectos José Ramón Saiz Fouz y Alejandra Saiz Valencia, iniciada en el 2006.
Ampliando el reconocimiento obtenido por Altamira en 1985, la Unesco decidió catalogar como Patrimonio de la Humanidad 17 cavidades; nueve de ellas cántabras: Chufín, Hornos de la Peña, Monte Castillo (que incluye las cavidades de Las Monedas, El Castillo, Las Chimeneas y La Pasiega), el Pendo, La Garma y Covalanas. También fueron reconocidas en territorio vasco las cuevas de Santimamiñe (Kortezubi), Ekain (Zestoa) y Altxerri (Aia); y las asturianas de Tito Bustillo, La Peña de Candamo, La Covaciella, Llanín y el Pindal.
Dejadme que de este conjunto destaque las cuevas de Monte Castillo, cerca de la localidad de Puente Viesgo. Las Monedas y El Castillo me impresionaron hondamente cuando las he visitado. No sólo por la espectacularidad de sus formaciones karsticas y rocosas sino por la claridad y vistosidad de sus representaciones pictóricas.
Claro esta que nada puede igualar el espectáculo de ver Altamira. No he sido uno de los afortunados que hoy, de forma absolutamente restringida, pueden visitar la cueva original. Sin embargo, la neocueva representa con absoluta perfección y el realismo tanto de formas -la topografía es milimétrica- como de dibujos -realizados con técnicas semejantes a las paleolíticas- al original situado a unos metros de esta.
Visitar la neocueva es una experiencia pero hay un punto de irrealidad: quizás sea la brillante iluminación, quizás la ausencia de las condiciones ambientales propias de una cueva, lejos de la temperatura y la humedad que las caracteriza, quizás la elevación del techo lejos de la angostura real o posiblemente el tener que aguantar a niños, abuelos, familias que contemplan impasibles y, acaso, aburridos esa maravilla de arte humano.
En todo caso, no dejéis de ver la exposición permanente sobre el medio natural, ambiental y la sociedad de los Homo sapiens paleolíticos. Ex-cep-cio-nal. Magnífica. Una explicación magistral tan realista que ningún libro podría igualarla. Sólo por ella merecería la pena acercarse a Santillana del Mar.
Por eso, me decanto por hablar de Las Monedas y El Castillo.
Las Monedas fue descubierta en 1952. Cuenta con una amplia variedad de animales, como renos, caballos o bisontes y un oso incompleto. La cueva El Castillo fue descubierta en 1903. Se han hallado restos de hace 100.000 años y son el primer vestigio de ocupación humana hallado en Cantabria. Aparecen signos abstractos, manos y animales al estilo de las de Altamira.(Diario Montañés, julio 2008).
Fotos. Parte superior Cueva El Castillo. Parte inferior. Cueva Las Monedas.
Conserva El Castillo el mejor registro estratigráfico de toda Cantabria, desde el Paleolítico Inferior hasta la Edad Media. Su entrada es espectacular por lo enorme de la oquedad y por las transformaciones que ha sufrido.
Como de costumbre, es en lo más profundo de la cueva, en galerías que el agua recorría y aun formaba, y entre paredes como formas kársticas sorprendentes, es ahí donde el ser humano dejó sus representaciones. Si nunca habéis visto en la realidad pinturas paleolíticas no podéis sentir la fuerza que manifiestan, allí en la roca. Chamanes -pintores, colocados con plantas curativas, con el genio del artista que representa la realidad y la magia, pintando en sitios inverosímiles punteados, manos, vulvas, símbolos o animales...Es el genio del hombre que controla la naturaleza pero que la teme, algo que hoy hemos olvidado o incluso peor, defendemos y mantenemos filosofías y modos económicos enfrentados a ese pensamiento original.
He estado, no hace mucho, en la National Gallery. He visto a Piero della Francesca, Rafael, El Greco, Veronés, Tiepolo o Turner. Pero están ahí, en una pared alejadas de su situación original. Viendo el Castillo he sentido lo mismo que viendo la Capilla Scrovegni, la capilla Brancaci, las Estancias Vaticanas o, más cerca de mi, la Sacristía del Monasterio de Guadalupe. Hay fuerza. Hay sentido.
Hay una que se sale de la pauta: es la Cueva de El Soplao. Antigua explotación minera de calamina (carbonato de zinc), iniciada en el siglo pasado y que se extendió hasta los años 70. Es sorprendente el conjunto de céntricas -estalactitas, estalagmitas y columnas- y de excéntricas que pueblan sus muros y, sobre todo, sus techos. ¡Qué poderío natural desafiando las leyes de la física y de la química!. Hay algunas como la Lámpara o el conjunto de la sala de la Opera que se salen de lo común. ¡Y qué no veríamos en sus 15 kms de cueva de los que sólo podemos ver uno !!.
La lástima es la atracción de feria en que se ha convertido; eso sí, milimetrada y perfectamente automatizada pues se suceden los grupos con germánico compás. ¿Cómo afectará estos a las formaciones karsticas?. No se tiene claro, algunos incluso le culpan de la proliferación de hongos y líquenes que atacan y ennegrecen estas formaciones. No tengo capacidad para juzgar.
Lo que sí puedo decir es que el edificio que alberga los servicios de la cueva es de una innegable belleza arquitectónica y ofrece algunas soluciones muy curiosas como las paredes de malla de acero corrugados sosteniendo piedra caliza o el gran voladizo de cubre la cafetería y los ventales de iluminación del complejo. Creo que se trata de una obra de los arquitectos arquitectos José Ramón Saiz Fouz y Alejandra Saiz Valencia, iniciada en el 2006.
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