lunes, 5 de marzo de 2012

LEONARDO, BUONAROTTI...¡ RAFAEL !

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Cada año que pasa me alejo más de Leonardo, admiro la contundencia de Buonarotti y aprecio más a Rafael. 

Cuando yo estudie Historia del Arte, tanto en el Bachillerato como en la carrera, Rafael era citado como un autor clave en el Cinquecento italiano pero, sin embargo, tan sólo se veían y ensalzaban sus magníficas Madonnas con niño, esas vírgenes de gesto amable, trazo fino y seguro, colores luminosos y amplia relación con el niño Jesús.
Para entonces yo no entendía cómo un autor tan repetitivo y academicista podía ser considerado uno de los grandes.

Hoy, años después y con muchas horas de vuelo de profesor de Historia del Arte, he visto que Rafael debió vivir sus pocos años de vida con una enorme desazón, en una duda que debió atormentarle terriblemente: si sus primeras obras reflejan un estilo cercano a Leonardo, la llegada a Roma ya nos muestra un Rafael afirmado en el dibujo firme y los colores vivos.
Pero al ver la obra de Miguel Angel -parece que Bramante le introdujo en la Sixtina-, sus desnudos, la rotundidad de sus formas, los scorzos, sus colores, Rafael debió de sentirse menor y acató sin verguenza las formas del maestro, convirtiendo sus frescos y pinturas en una continuación de la obra de Miguel Angel. Sólo el tiempo le llevó a reconducir sus obra hacia el color abandonando el dibujo y las formas potentes de su maestro. Quizás el influjo de los venecianos, de Tiziano a quien conoció.

La sensación que me queda de Rafael es de nadar entre aguas complejas y nunca llegó a considerarse a sí mismo como creador de una forma nueva de pintar. Por eso, muchas veces explicamos a Rafael como el autor que auna en su obra las novedades y las propuestas de los demás pintores de su tiempo.
¡Qué pobre bagage y explicación para un pintor tan genial y versátil!.

Fijaos cómo las Madonnas muestran una evolución formal: de la influencia leonardesca a la de Buonarotti pasando por su propio estilo. Rompe con el sfumatto y la languidez de Leonardo pero cuando parece haber logrado su modo -la Madonna del Prato es el mejor ejemplo- se recrea en unas figuras voluminosas y coloristas al estilo de Miguel Angel.


Madonnas de 1502 y 1504, influencia de Leonardo en la luz, colores, paisajes y tipos humanos


Madonnas del Prato y Colonna 1506 y 1508. Rafael en estado puro, alejado ya de Leonardo



Fijaos en las Madonnas de 1510 a 1515, bajo influencia miguelangelesca: los tipos humanos, los scorzos -en la central la Virgen imita al Tondo Doni- o las curvas y pliegues de los ropajes.


Madonna Segliola 1516

Solo las que realiza hacia 1520 muestran ya una depurada técnica propia aunque siempre, siempre son Virgenes amables, madres antes que santas y el niño Jesús, niño antes que Dios...

Pero si hay dos obras que nos demuestran la capacidad pictórica de Rafael y su lucha interna como pintor son: Los frescos de las Estancias Vaticanas y el triunto de Galatea para la Villa Farnesina del banquero Chigi.



En la segunda se aprecia su capacidad pictórica para representar una escena clásica, mitológica al estilo de Boticelli o de Tiziano. La gracia de Galatea, su fineza de rasgos, su belleza - qué sensualidad, Dios mio...- y proporción nos entronca con esa pintura de finales del Quattrocento aunque su scorzo la sitúa completamente en el Cinquecento mientras que la Nereida o los centauros marinos muestran claramente torsos rotundos, fuertes y potentes al estilo de Buonarotti. La composición es magnífica y la luz ambiental refuerza los colores.

¡ Qué flaco favor le ha hecho la Iglesia a Rafael promocionando sus virgenes y ocultando tras la sombra de la Capilla Sixtina las pinturas de las Estancias Vaticanas!
Es, para mi con diferencia, y salvando algunos otros conjuntos y sus retratos, la obra cumbre de Rafael. Signatura, Heliodoro, Borgo y Constantino nos muestran la transición de su estilo hacia formas manieristas, más complejas y elaboradas. Es la lucha del pintor por superarse a sí mismo: ¿alguien podría superar la Escuela de Atenas?. Sí, él mismo: Rafael.

Observad la pureza académica, el uso de la perspectiva, los colores luminosos y brillantes, la luz ambiental que todo lo ilumina por igual, la composición equilibrada de la Escuela de Atenas, en la Estanza della Signatura.

Sin embargo, comtemplad al Rafael de la Estanza de Heliodoro. Los colores se han matizado, las figuras tienen un ritmo más apremiante, a veces incluso, desaforado. Las arquitecturas se han complicado y las luces y las sombras juegan un papel mucho más activo en modelar las figuras. La composición ya no está tan clara.


En la Estanza del incendio del Borgo se refuerza lo anterior y se ponen las bases del futuro manierismo del que Tintoretto será un maestro y el Greco su más claro ejemplo. Tipos humanos con cánones desproporcionados y cuerpos miguelangelescos; composiciones complejas con nuemerosas escenas internas; un mayor expresionismo en las figuras con actos y gestos desproporcionados; mayores contrastes de color y un uso del claroscuro para enmarcar escenas.


Muerto con 37 años si hubiera tenido la longevidad de Miguel Angel no sabemos hasta dónde podría haber llegado la capacidad pictórica de este genio.
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1 comentario:

Algargos dijo...

Totalmente de acuerdo contigo. Un gran pintor que nunca hemos sabido apreciar en su justa medida, porque siempre nos quedamos en sus madonnas. Las estancias Vaticanas son la muestra de un pintor en continuo reciclaje y evolución: desde las composiciones equilibradas que recuerdan al Perugino en la Alegoría de la Eucaristía a las agitadas y desequilibradas, miguelangelescas, del Incendio del Borgo. Pero yo me quedo con los frescos de la Villa Farnesina, un placer para los sentidos y donde Rafael se muestra como el recuperador más genuino del pasado clásico.
Saludos

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