Sin duda, y para terminar ya con el Barroco, Alonso Cano es uno de los grandes olvidados del arte español del siglo XVII.
Eclipsado por nombres del fuste y la calidad de Velázquez, Murillo o Zurbarán, su obra pictórica pasa desapercibida. Pero su calidad está contrastada: estudio en el taller de Pacheco en Sevilla junto a Velázquez y Felipe IV, años después, lo convirtió en pintor de cámara de la Corte. Su estilo, inicialmente, tenebrista se fue haciendo más luminoso y colorista con el tiempo aunque nunca perdió ese juego de claroscuros que caracteriza su obra.
La visión de Jerusalen de San Juan 1636
San Juan Evangelista 1636
La visión de San bernardo 1650
Inmaculada Concepción 1648
Sus graves problemas personales-acusado del asesinato de su esposa- le llevana alejarse de la Corte. Recala en Granada donde con muchas dificultades y ayuda del Rey consigue el puesto de Maestro Mayor. Esto le va a permitir acometar las obras de la fachada inacabada de la Catedral.
Aquí nos muestra una visión clasicista de la arquitectura: grandes pilastras dividen el espacio entree grandes vanos coronados por tres grandes arcos de medio punto . Al rebajar las puertas frente a las grandes pilastras le permite unir todo el conjunto con pequeñas bóvedas de cañón en el más puro estilo clásico renacentista como hemos visto en Alberti, Brunelleschi o el propio Buonarotti. Monumentalidad y simplicidad decorativa, muy en la línea del Herrerriano dominante a principios de siglo pero alejado de los excesos que los nuevos arquitectos estaban planteando. Bien es cierto que no renuncia a ciertos toques de barroquismo como pueden ser la decoración escultórica colocada encima de las puertas de acceso.
La escultura, aunque menor en su producción, no deja de ser significativa. Por encima de toda su obra destacan dos producciones: una, el retablo Mayor de la Oliva en Lebrija y la Inmaculada Concepción para el fascitol de la catedral de Granada. Con ellas se enmarca en el más puro estilo de la escuela andaluza: figuras delicadas, hermosas, de gran fineza y riqueza ornamental, rechazando los excesos de la escuela castellana, buscando la belleza ideal pero más la femenina que la masculina al centrar su obra sobre la Virgen.
Una vez contempladas sus obras y su producción es más fácil entender porqué era llamado el "Miguel Angel español". Maestro en disciplinas tan diferentes y complejas como la escultura o la arquitectura, su pasión era pintar pero no rechazo trabajar por otros derroteros. Otro detalle le acerca al gran mestro renacentista y era su recio carácter, pendenciero y huraño que le persiguió durante toda su vida e incluso condicionó su vida artísitca y su obra.
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