sábado, 31 de octubre de 2015

Anfiteatro Flavio I



La novela histórica, primero, y después Hollywood han encendido y aun encienden en generaciones de niños, adolescentes y mayores la pasión por el mundo romano y, fundamentalmente, por los espectáculos de ocio que los romanos tenían y que se alejan de nuestros patrones actuales de diversión. No hablamos del teatro, por supuesto, ni siquiera de las carreras de cuadrigas o bigas sino, fundamentalmente, de las luchas en el anfiteatro: las luchas entre gladiadores, las luchas entre animales y gladiadores, las paradas de animales exóticos o las naucrarias o batallas navales. 





Apasionantes espectáculos, sin duda, pero lejos de nuestra misión docente en este caso. No nos interesa el contenido sino el contenedor: el anfiteatro.

Pocas construcciones romanas encarnan tan perfectamente el espíritu ingenieril de los romanos: son edificios prácticos. No exentos de elegancia y belleza pero prácticos por encima de todo. Hay que alojar a miles de espectadores cómodamente, con una visión perfecta de la arena donde se realizaban los combates, con un acceso a las localidades sencillo y rápido, con un desalojo igual de rápido y con la posibilidad de deambular fácilmente por el interior del edificio.

Hoy en día visitamos miles de estadios deportivos y de palacios de deportes y espectáculos. Las formas arquitectónicas actuales nos maravillan por su capacidad de hallar soluciones insólitas para cerrar y organizar espacios así como de sorprendernos por su elegancia. pero no debemos olvidar que todos y cada uno de estos edificios siguen un patrón base, la esencia del edificio de ocio: el anfiteatro romano.

Y es puramente romano. Ni etrusco, ni griego, romano. Son, además, el símbolo de muchas ciudades actuales porque aun, trascurridos dos mil años, siguen perfectamente en pie e incluso algunos funcionando.





¿Cuál es el secreto de estas construcciones? Sin ninguna duda, los enormes graderios en elevación que construyeron para albergar miles de plazas de espectadores. ¿Dónde está el secreto de estas gradas? Un análisis rápido de las mismas nos descubre el misterio: la perfecta e ingeniosa combinación entre la bóveda y el muro.




Cualquier tarde domingo que uno escuche la radio en España se encontrará con la retransmisión en directo de los partidos de fútbol. Y seguramente escuchará más de una vez referirse a los estadios como "coliseos". Es cierto. El más grande y colosal anfiteatro romano, el anfiteatro Flavio, comúnmente llamado "Coliseo" ha prestado su nombre a los grandes estadios del mundo. Este edificio nos servirá de ejemplo de lo que queremos explicar.

No conservamos en España anfiteatros en perfectas condiciones. Aun así hay restos suficientes como para entender el papel preponderante que tenían en la organización y la jerarquía urbana de las ciudades. Los casos de Italica (Santiponce),Segobriga (Saelices en Cuenca), Emerita Augusta (Mérida, Badajoz) y Tarraco (Tarragona) son los más significativos.



Italica

Emerita Augusta

Segobriga

Tarraco




De la combinación mágica entre bóveda y muro hablaremos en la siguiente entrada...

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