Os parecerá mentira a los que nos veáis desde lejos.
Están locos estos extremeños...
No, no os frotéis los ojos perplejos ante este desatino.
Están locos estos extremeños...
No, no os frotéis los ojos perplejos ante este desatino.
No hay un tema de la pintura española del Siglo de Oro.
Amo a Caravaggio pero se podría analizar a través de Ribera; adoro a Vermeer pero le puede emular Murillo; Rubens es como de casa, tan español como Tiziano o el Greco. Velázquez es Dios, por supuesto, pero el resto de pintores barrocos españoles podrían servir para analizar todos los nuevos campos que va a explorar la pintura de este siglo: la luz, el color creando formas y volúmenes, las composiciones complejas, la expresividad, la perspectiva aérea,...
Una pena. A veces unas gotas de patriotismo no nos vendrían mal...
El tema que nos ocupa estos días en clase es "La pintura del siglo XVII en Flandes, Holanda y España: Rubens, Rembrandt y Velázquez." En la media hora larga que tienen para exponerlo en Selectividad apenas se puede decir nada que se salga de esos tres autores.
Por eso, como siempre me resisto a no trabajar algo la obra de autores tan espectaculares como Cotán, Ribalta, Ribera, Zurbarán, Alonso Cano, Herrera el Mozo, Murillo, Valdés Leal, Juan Carreño o Claudio Coello. Todfos ellos, y otros muchos menores, hacen del siglo XVII el Siglo de Oro de la pintura española, quizás tan sólo igualado por los maestros de las vanguardias del XX.
De entre todos ellos destacamos a tres: Ribera y Zurbarán de la primera mitad del siglo y Murillo de la segunda.
No voy a hacer una sesuda disertación sobre ellos. Un blog no pide esas cosas. Tan sólo unos breves apuntes que os sirvan para entenderlos mejor y complementar lo explicado en clase...
Ribera muestra dos épocas claramente diferenciadas:
una primera, basada el el uso de la luz al estilo de Caravaggio, con un fuerte y acusado tenebrismo. Hay en su obra una presencia clara de la línea como creadora de formas pero su pincelada es corta y algo difusa. Sus tipos humanos rondan el expresionismo o el feismo, muy en la línea de los modelos del maestro italiano.
San Andrés de Ribera 1630
Y una segunda, napolitana, con composiciones más complejas, con una mayor luminosidad y contrastes de colores, con fondos elaborados donde predominan cielos claros y luminosos pero manteniendo su realismo naturalista y su pincelada corta aunque en algunos casos algo más viva y difuminada.
El patizambo, 1642
El martirio de San Felipe, 1639
Entierro de San Buenaventura, 1629
El martirio de San Felipe, 1639
Zurbarán, sin emabrgo, presenta una unidad de estilo a lo largo de toda su carrera artística. Asentado en Sevilla trabaja para grandes centros monásticos que le encargan o retablos o series de óleos sobre temas religiosos y de la vida monacal.
Destacaremos como propio de este autor el rechazo a las composiciones dinámicas tan en boga en el Barroco tras la obra de los Carraci o de Rubens; el gusto por figuras muy realistas pero de factura algo tosca, ante la ausencia de veladuras o gradaciones tonales en los cuerpos y ropas. De escultóricas las califican algunos.
Igualmente, Zurbarán es un pintor de la línea, del dibujo, alejado de las influencias del norte de Europa donde el color gana en presencia a la hora de crear formas; sus colores son muy planos, con poco juego de luces y sombras y gradaciones internas y además con una paleta muy escasa en variedad.
Monasterio de Guadalupe. Padre Illescas, 1638
Por fin, decir que sus figuras reflejan el sentir de la pintura española: son personajes con cierta intensidad expresiva pero contenida, serena, alejada de los dramatismos de otros países y autores.
En detrimento, citar que muestra cierta torpeza en su obra al trabajar la perspectiva.
Entierro de San Buenaventura, 1629
Bartolomé Esteban Murillo es quizás uno de los pintores más atípicos del panorama pictórico español del siglo XVII junto a Velázquez.
Su obra se caracteriza por el gran número de obras de corte costumbrista, fruto de su trabajo en una Sevilla cosmopolita y comercial.
Su obra se caracteriza por el gran número de obras de corte costumbrista, fruto de su trabajo en una Sevilla cosmopolita y comercial.
Pero aun más destacado es que sus figuras muestran una enorme ternura, afectividad, hermosura natural y sensibilidad que hacen de su obra algo diferente hasta lo ahora visto.
Dos momentos en su obra como dijimos para Ribera: una primera época, de influencia tenebrista, muy dibujística y de pincelada lisa, suave y paleta de colores pardos y ocres.
Dos momentos en su obra como dijimos para Ribera: una primera época, de influencia tenebrista, muy dibujística y de pincelada lisa, suave y paleta de colores pardos y ocres.
Otra, la más destacada, su edad adulta. De una pintura más suelta, vivaz, de mayor colorido y luminosidad y un progresivo abandono de la línea para componer las formas. Sus temas muestran una sensibilidad grande por el ser humano pero también son alegorías de la caridad, la castidad y la pureza.
Inmaculada concepción, 1660
Niños comiendo y vendiendo fruta. 1650
Niños comiendo y vendiendo fruta. 1650
Para acabar una pequeña muestra de esos maravillosos"segundones" de este siglo...
Cotán
Bodegón, 1602
Ribalta
Cristo abrazando a San Bernardo, 1620
Alonso Cano
Cristo muerto sostenido por un angel 1646
Herrera el Mozo
Triunfo de San Hermenegildo, 1654
Valdés Leal
In ictu oculi, 1672
Juan Carreño de Miranda
San Sebastián 1656
Claudio Coello
Carlos II y la Sagrada Forma 1685
.Cotán
Bodegón, 1602
Ribalta
Cristo abrazando a San Bernardo, 1620
Alonso Cano
Cristo muerto sostenido por un angel 1646
Herrera el Mozo
Triunfo de San Hermenegildo, 1654
Valdés Leal
In ictu oculi, 1672
Juan Carreño de Miranda
San Sebastián 1656
Claudio Coello
Carlos II y la Sagrada Forma 1685
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