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PORTO, NAO LISBOA.
PORTO, A CIDADE DO DOURO
Vamos cayendo poco a poco hacia Coria y Extremadura pero antes hicimos una parada en Oporto, la capital del norte de Portugal.Tradicionalmante el español se decanta por Lisboa: su barrio Alto, su ensanche del Marqués de Pombal, su castillo, su Monasterio de los Jerónimos, etc. Normal, claro. Quien no.Sin embargo, Porto tiene un algo especial: es una ciudad encerrada entre el monte y el río, venciada sobre la beira, famosa por su zona portuaria, llena de barrios viejos y desvencijados y a la vista de una Gaia de bodegas insignes de vino fino. Siempre ha sido considerada una ciudad industriosa pero algo castigada por los tiempos.Hoy Porto es un símbolo de modernidad y renovación, tanto institucional desde foros como la Fundación Serralves o la Universidad como desde la vida cultural surgida desde la propia población. Un fin de semana cualquiera las calles están atestadas de gentes en ocupaciones diversas, en exposiciones de arte, mercadillos, simples paseos, curiosos botellones o viendo pasar el tiempo desde los diversos parques y miradores de la ciudad.Las gabarras tradiconales de vino de Oporto a lado de las bodegas de Gaia Arte contemporáneo: fondos de la Fundación Serralves, arte urbano despuntando o consolidado como Juan Muñoz o Claes Oldenburg.Pero de entre todo lo que la ciudad oferta yo me quedo con los dos símbolos de su historia más reciente: el Puente Luis I, construido por Eiffel que significó la unión definitiva de las dos beiras y la entrada de la ciudad en la modernidad y la Casa de la Música, de Rem Koolhaas, símbolo de su vocación de renovación hacia el siglo XXI.
Cuando uno baja a la Beira dejando de lado la Arrabida y sale de entre las viejas construcciones, surge ante la vista el espectáculo del puente Luis I. Hay pocas construcciones tan gráciles como esta. Su espectacular arco de descarga, su doble plataforma y el tremendo desnivel que supera impresionan a la vista.
Se construyó sobre los restos del desaparecido Ponte Pênsil y se inauguró en 1886 con proyecto del ingeniero belga Théodophile Seyring, discípulo del famoso Gustave Eiffel.
En 1881 comienza la construcción del puente que recibiría el nombre del rey Luis I. Théophile Seyrig elaboró en plano y dirigió las obras con base al proyecto elaborado por el ingeniero João Joaquim Matoso. Como discípulo de Gustav Eiffel planteó el diseño del puente siguiendo los parámetros constructivos de su maestro, basados en los atirantados de acero y las uniones por remaches.
Se trata de un puente con dos tableros metálicos, el superior con cerca de 390 metros de longitud y a cota de 62 metros, y el inferior con 174 metros de longitud y a cota de diez metros. Ambos están soportados por un arco metálico, con 172 metros de luz. Se emplearon 3000 toneladas de hierro en su construcción.
Es dificil sustraerse a la vista tradicional, desde abajo, pero yo os recomiendo que paséis al otro lado. Desde la zona de la Sé o Catedral, hoy el puente es peatonal y destinado al paso del Metro. Cruzar hasta la mitad y mirar la caída y la vista sobre las bodegas o la nueva Beira al atardecer es un momento glorioso.
La arquitectura del hierro dominaba el panorama constructivo de la segunda mitad del siglo XIX. La sorpresa que causó la torre de la expo universal de 1889 fue tan grande, la polémica que suscitó su existencia tan fuerte y la vanguardia de sus fundamentos constructivos fue tal que muchos políticos, administraciones y empresarios en toda Europa no pudieron sustraerse a encargar construcciones semejantes.
Aquí, en España, hay magníficos ejemplos en los viaductos que la MZA y la Norte hicieron para sus nuevas líneas ferroviarias a partir de 1870. Igualmente muchos puentes de los planes de infraestructuras de Maura en la Restauración o del Conde de Guadalhorce en la Dictadura de Primo se construyeron bajo los parámetros del hierro. La generalización de las estructuras autoportantes de hormigón armado a partir de los años 50 del siglo XX hicieron que esta arquitectura fuera en retroceso.
Si, por el contrario, nos vamos a la ciudad alta, al barrio de Boavista, encontraremos el otro símbolo arquitectónico de la ciudad: la Casa de la Música.
Frente a un barrio de arquitectura postmoderna en el que dominan rascacielos de oficina, empresa y hoteles -bien feos, por otra parte, aunque es dificil encontrar arquitectura postmoderna bonita...-, la Casa de la Música rompe por su diseño geométrico y un poco irracional. Es un prisma irregular, con grandes ventanales en alguno de sus lados pero no sigue un diseño tradicional sino que surgen de la masa de piedra segun las necesidad del propio edificio y su función de auditorio.
Destacan el gran ventanal central a nivel del suelo, con cristales traslucidos, la escalera de acceso al hall, incluso la propia plaza que se convierte en prolongación de la sala de conciertos en muchos momentos. El color marrón arena de la plaza y sus ondulaciones contrastan con la angulosidad y color marfil del edificio.
Su irreverencia constructiva lleva a paradojas tales como que mi mujer viera en edificio y dijese: "Esto es el Sand Crawler de los jawas en la Guerrra de las Galaxias". Y es verdad como comprobareis por las fotos que os sugiero. Yo, que son fan total de la saga galáctica, rápido pense en Tatooine y en Luke Skywalker hablando con esos pequeños comerciantes del desierto saliendo de sus tanques orugas. "Es verdad-comenté entusiasmado- pero dudo que Koolhaas piense como nosotros".
Rem Koolhass, uno de los más renombrados arquitectos de finales del XX, ha sido su arquitecto. Teórico -fundamental su libro "Nueva York delirante"- antes que arquitecto y urbanista por encima de todo -sus estudios para la ciudad de Lille en Francia han generado un amplio debate sobre el futuro urbano en Europa y el Mundo-, ha sido galardonado por numerosas universidades y por el prestigioso premio Pritzker de arquitectura en el año 2000.
Koolhaas apuesta en sus edificios por la masa frente al vano o el espacio, por las formas geométricas y rotundas que contrasten con el espacio que los rodea. Fruto de esa apetencia surge un gusto personal por las formas futuristas, avanzadas, rompedoras con las formas arquitectónicas tradicionales: escaleras voladas, voladizos colgados, formas prismáticas complejas, volúmenes superpuestos ...
¿ Cómo, entonces, podríamos calificarlo?. ¿Deconstructivista demoledor -adios a las plantas y alzados convencionales-, modernista-futurista -el nuevo D'Elia del siglo XXI- o frío estructuralista -el edificio sigue a la forma-?. Dificil de calificar, sus proyectos son, cuando menos, sorprendentes.
Me gustaría destacar algunas de sus obras y poneros unos enlaces a su famosísmo estudio OMA (Office of Metropolitan Arquitecture ) y a páginas web donde se analiza su obra.
Artículos de El País sobre su obra
Wikipedia y Koolhaas
Rem Koolhaas en ArqChile
Sede de la radiotelevisión de China para los Juegos Olímpicos de Pekin
Biblioteca Pública de Seattle en EEUU
Embajada de Holanda en Berlín
Estación en el Illinois Institute of Technology y Rem Koolhaas
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