Salvador Dalí, "La persistencia de la memoria".
"Hemos destruido el arte, ahora hay que reconstruirlo"
Las vanguardias han puesto en cuestión todos los principios básicos del arte occidental. Abstracción, expresionismo, dadaismo, cubismo, fauvismo han roto el canón clásico para acabar cayendo, tras la Segunda Guerra Mundial, en el más absoluto y genial desorden artístico que hayan visto los tiempos.
Los intentos de crear una linea argumental nueva dentro del arte se topan con el mantenimiento a algunas ideas que han calado ya en los artistas: la ruptura con el canón clásico permite crear dentro de un rango amplísimo de posibilidades; el fracaso de los movimientos "modernos", cerrados y maniatados por una idelogía artísitca irrenunciable; el ascenso del artista a la categoría de fenómeno social de masas, creando mitos y un nuevo grupo de "academicos" del arte encastillados en el lenguaje de las vanguardias.
Este periodo histórico llamado "periodo de entreguerras", convulso por el ascenso de los fascismos y las dictaduras, del comunismo y la lucha obrera; por la llegada de guerras, menores en China, Abisinia o España y mayores, como la Segunda Guerra Mundial, apenas aporta nada innovador al conjunto de la historia del Arte. Quizás tan solo dos cosas: la profundización en ideas y conceptos anteriores, caso de la abstracción -que tendrá su auge definitivo en EEUU y en la post-guerra denominado "expresionismo abstracto"- y el desarrollo del Surrealismo.
El Surrealismo se debe en gran parte a las ideas y planteamientos de André Breton. Siempre se sintió cerca del psicoanálisis -las teorías de Freud del subconsciente y los sueños fueron constantemente explotadas-, el marxismo, el ocultismo y los principios literarios y artísticos de Rimbaud o Lautréamont.
Aunque muchos consideran este movimiento y sus ideas herederos del Dadá y su nihilismo, el Surrealismo de Breton tiene una clara organización como grupo y una construcción doctrinaria muy intensa, debida en gran parte a su creador pero también a figuras como Max Ernst o Jean Arp.
El optimismo surrealista contrastaba con la negación dadá, con su interés por la destrucción del arte. El surrealista lo que pretendía era la transformación total de la forma de pensar de la gente. Al romper los límites entre el mundo interior y el exterior, y cambiar la manera de percibir la realidad, estos artistas querían liberar el subconsciente, reconciliarlo con la conciencia y liberar a la humanidad de las cadenas de la lógica y la razón, las cuales habían llevado al mundo a la guerra y la dominación política.
El surrealismo, como idea o modelo, fue muy atrayente para muchos artistas. Muchos cayeron en el llamado surrealismo "orgánico" como Miró o Arp mientras que el más conocido fue, sin duda, el surrealismo "onírico" de Dalí, Magritte o Tanguy.
Max Ernst, Man Ray o Jean Arp, inicialmente
Ernst, Nadador ciego, cuadro clave en el movimiento
André Masson, Joan Miró o Yves Tanguy, en la siguiente generación
Y, a finales de los veinte y en los treinta ... Salvador Dalí, Magritte o Alberto Giacometti
Salvador Dalí, El gran Masturbador
Tras ver este brevísima muestra del surrealismo, podemos afirmar que hay artistas que beben de las nuevas concepciones de los movimientos de vanguardia anteriores, como son los casos de Giacometti, Arp o Miró pero que ahy otros que no renuncian ha mantener el canon clásico artístico, como ocurre en los significativos casos de Salvador Dalí o Magritte.
El surrealismo se convirtió en un movimiento mundial en la década de los años 30, invadiendo la fotografía, el cine y las artes escénicas. Se convirtieron en un arte "popular" gracias a las grandes exposiciones de Bruselas, París o Nueva York. Al estallar la II guerra mundial, la mayoría de artistas emigraron a EE.UU. pero la fuerza de la abstracción o del existencialismo de Sartre acabaron con su importancia.